La epidemia del coronavirus ha puesto en evidencia cómo, desde el punto de vista de la economía mundial, el gigante asiático es el centro neurálgico y motor. Se estima que la propagación costará a la economía mundial más de 280.000 millones de dólares en los primeros tres meses del año. Prueba de ello es noticias como la que ha emitido Apple esta semana. La tecnológica ha admitido que, a causa del brote del coronavirus en China, no podrá alcanzar su previsión de ingresos del segundo trimestre del año. En este contexto, Jordi Damià, CEO de Setesca y profesor de EADA Business School, analiza en qué sentido esta crisis puede afectar a la economía mundial y, sobre todo, al modo en el que se producen actualmente los productos a nivel mundial.
Descentralización de la producción
Por un lado, la epidemia con epicentro en China ha puesto de manifiesto, tal y como destaca Jordi Damià, que es necesaria una descentralización de la producción. “Es esencial que las empresas tomen conciencia y valoren el riesgo que supone centralizar la producción pese a que esta sea más barata, ya que las consecuencias de depender así de un centro único de producción pueden ser nefastas” comenta Damià. Es preciso abogar por una producción descentralizada y más de cercanía para evitar costes logísticos e impacto en el medioambiente.
La solución: el teletrabajo
El teletrabajo es una excelente solución a los problemas que ha acarreado (y está acarreando) esta crisis. Con ella, se ha demostrado que se debe fomentar el trabajo vía remota. De hecho, en China, se está convirtiendo en una necesidad. Esto ha llevado a muchas empresas del país asiático a hacer que sus empleados trabajen desde casa, lo que ha desembocado en el mayor experimento laboral de los últimos años. Además, el teletrabajo sería la solución a problemas como la llamada España vaciada y los elevados precios de la vivienda en las grandes ciudades.
Apostar por las herramientas de la industria 4.0
Por último, el experto Jordi Damià destaca cómo es necesario cambiar el modelo productivo, para no tener que depender de la producción en otros países. Para ello sería necesario utilizar otras formas de producción y “eso pasa por la utilización de tecnología de la industria 4.0, que permita bajar los precios”. Es clave entender las capacidades de la transformación digital y, por tanto, adaptar a los profesionales para que sean capaces de desarrollar y poner en marcha proyectos en este sentido.
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